
Desafortunadamente para la gran mayoría, esos
propósitos solo se quedan en buenas intenciones.
Para muchos el hacer dieta es sinónimo de gastar
más dinero, pero no se dan cuenta que los malos hábitos alimenticios y el comer
en exceso cuesta mucho más a la economía familiar.
Para llevar una sana alimentación no es necesario
consumir alimentos orgánicos como muchos creen o comprar alimentos bajos en
grasa que resultan más costosos.
La clave del éxito está en comer balanceado y
raciones pequeñas. Recuerda que el cuerpo no necesita grandes cantidades de
alimento para funcionar. Se trata de calidad y no cantidad. Cuando entiendes
esto y lo llevas a la práctica, mejoras tu salud y ahorras dinero.
Por el otro lado tenemos el ejercicio, y no es un
misterio todos los beneficios que trae realizarlo de forma regular. Pero no es
necesario ir a un gimnasio y pagar una mensualidad para obtener los resultados
que esperas. Si no tienes una condición médica que te impida hacerlo, el
ejercicio al aire libre es lo más recomendable y divertido.
Cuando haces ejercicio se liberan endorfinas,
llamadas las hormonas de la felicidad y por ello te sientes tan bien cuando lo
haces. Realizado con frecuencia se convierte en un hábito y una adicción, de
las pocas consideradas buenas si no se abusa de ello.
Cuando combinas buenos hábitos alimenticios y
ejercicio, no solo previenes enfermedades sino que mejoras tu calidad de vida,
elevas tu autoestima, mejora tu apariencia física, logras más seguridad en ti
misma y por ende se abre un mundo de nuevas oportunidades.
Si tienes la oportunidad de hacerlo, consulta con
un nutricionista y un entrenador personal para que te orienten en los pasos a
seguir para lograr ese objetivo de darle un nuevo giro a tu vida que de seguro
te traerá muchas satisfacciones.